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Una situación extraordinaria que reformulará la manera en que trabajamos
16 marzo, 2020
La situación extraordinaria que estamos viviendo en Europa y a nivel global supone un desafío de salud que retrata una de las situaciones más complicadas a las que puede enfrentarse el mundo; una crisis sanitaria sin precedentes cuya responsabilidad se reparte en mayor o medida entre todos: ciudadanos, gobiernos, administraciones públicas y empresas.

El cierre de colegios, las diferentes opciones de teletrabajo en algunas empresas y las medidas que se están implantando en todos los ámbitos están poniendo a prueba, más que nunca, desde nuestras infraestructuras y preparación hasta nuestra capacidad para funcionar como sociedad, pasando por nuestro deber individual como ciudadanos responsables. En este contexto, la digitalización, la conectividad y las opciones que ofrece la tecnología se están convirtiendo en activos de gran valor para afrontar esta excepcionalidad.

Sin ir más lejos, son muchas las compañías que han optado por el teletrabajo como medida para proteger tanto a sus empleados como su actividad, contribuyendo además a reducir la propagación del virus y los contagios al reducir los movimientos y la densidad de personas en espacio cerrados, como el transporte público y las oficinas. 

Sabemos que no es fácil, porque no todos los sectores y profesiones permiten el teletrabajo. Muchos demandan estar presentes, estar abiertos, una atención directa con clientes, ya sean consumidores finales u otras empresas; muchos se han convertido en servicios básicos sin los que nos parecería imposible sostenernos. Agricultura, logística, transporte…  

Según la Encuesta de Población Activa (EPA), solo 800.000 españoles teletrabajan de forma habitual, esto es menos de un 5%, ligeramente por debajo de la media europea. Según Eurostat, el incremento del trabajo en remoto apenas ha aumentado en los últimos 10 años, dato que contrasta con el exponencial aumento de posibilidades y herramientas que lo hacen posible.  

Dejando a un lado aquellas actividades que todavía no pueden realizarse en remoto y sin menospreciar las barreras de entrada que pueden existir para las pymes, tenemos un amplio margen de mejora y una buena oportunidad. Pero, para que esta forzada experiencia piloto de teletrabajo masivo tenga éxito y nos ayude realmente a minimizar los daños de esta crisis sanitaria, tanto compañías como trabajadores debemos tener en cuenta tres factores primordiales

Primero, la confianza: uno de los elementos clave en el teletrabajo es el respeto mutuo y la confianza en nuestros equipos. Y es ahora, más que nunca, cuando debemos trabajar en esos aspectos que tienen que ver con la humanización de las relaciones dentro de la empresa. 

En segundo lugar, la flexibilidad. Debemos otorgar a los empleados la flexibilidad necesaria para que puedan crear, allá donde lo requieran y cuando lo requieran, un espacio de trabajo adecuado, proporcionándoles el equipamiento necesario para que puedan trabajar adecuadamente o incluso, cuando sea posible o pensando a largo plazo, participando activamente en la construcción de la nueva modalidad de trabajo mediante partidas o ayudas para adaptar su home office. Se trata de poner al empleado en el centro, cada uno con sus características. 

Y un tercer elemento, que posibilita todo lo anterior: las herramientas digitales. Es cuando la situación requiere de un aislamiento obligatorio como ahora cuando vemos la necesidad real de trasladar toda la comunicación que sea posible a los canales online, para garantizar fácil acceso a esa información. El desarrollo en los últimos años de herramientas digitales que permiten compartir datos, archivos o trabajar en un mismo documento desde distintos equipos ha sido esencial para que no se paralicen muchas de nuestras actividades estos días. Están ahí. Y esta es la ocasión para explorarlas, sin miedo, para experimentar y encontrar aquellas que se adaptan mejor a nuestras necesidades.

La tecnología y la conectividad que nos permiten trabajar desde cualquier lado tienen beneficios más allá de los motivacionales para el empleado. Por ejemplo, reduce también los desplazamientos hasta el lugar de trabajo, llevando consigo un relevante ahorro energético y un menor uso de combustibles, disminuyendo la congestión de nuestras ciudades y la contaminación, y favoreciendo, por tanto, al medioambiente y la salud y el bienestar de la población. 

Por supuesto, estamos ante una situación de excepcionalidad y, en medio de estos acontecimientos, frenéticos e inciertos, es difícil armarse de la paciencia que reclama cualquier proceso de adaptación. Pero estoy segura de que acabaremos extrayendo algo en positivo de este ejercicio de responsabilidad colectiva que requiere de la limitación del contacto con el exterior y de las relaciones sociales directas. No olvidemos que es la tecnología la que nos está permitiendo gestionar esta situación con la mayor normalidad posible. Y que esos beneficios, como los del teletrabajo, deben quedar entre nuestras costumbres cuando recuperemos la normalidad. 

 

Carina Szpilka, presidenta de Adigital