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Empezar a teletrabajar cuando nunca antes lo has probado
17 marzo, 2020

Somos una asociación pequeña. 16 personas. En términos de equipo, el equivalente a una de las muchas pymes que hay en nuestro país. Y, aunque solemos disfrutar de cierta flexibilidad por el tipo de actividad que realizamos, también nosotros hemos tenido que trasladar la oficina a nuestras casas —niños y, en muchos casos, sillas inapropiadas incluidos—

En medio de tanto titular sobre el teletrabajo de los últimos días, es fácil vender sus bondades. Y lo es porque, evidentemente y al margen de la situación excepcional a la que nos aboca el Covid19, son muchos los beneficios que reporta, empezando por algo tan sencillo como el viaje que nos ahorra a primera hora de la mañana. Sin embargo, también somos conscientes de que, primero, no todo el mundo puede teletrabajar depende del tipo de actividad, del sector—, y, segundo, no todo el mundo que puede (o podría) hacerlo viene haciéndolo y tiene la práctica o las herramientas físicas, digitales, humanas necesarias para implementarlo en tiempo récord ante una crisis como la que estamos viviendo. 

El 69% los españoles declara que querría teletrabajar pero no puede hacerlo

Sin ir más lejos, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), solo 800.000 españoles teletrabajan con frecuencia, menos del 5% de la población activa. La media europea no es mucho más alta (5,2%) y, de hecho, en la última década ha variado poco si tenemos en cuenta el crecimiento exponencial de la tecnología que lo facilita. A la cabeza se sitúan Países Bajos —casi triplicando a España, Finlandia, Luxemburgo y Austria, lo que siempre nos hace pensar en cuánto hay o no de cultural en esta práctica. 

No voy a enumerar las causas; ni siquiera a enumerar los estudios que hablan de los beneficios del teletrabajo para los profesionales, las empresas o en el medio ambiente. Pero, centrándonos en el ahora, sí, sí es cierto que tenemos una buena oportunidad. Y no, no es imposible ponerlo en práctica, siempre y cuando seamos capaces de aceptar que tenemos que aprender sobre la marcha y que, de nuevo insisto, vamos a ponernos a prueba en una situación muy excepcional, porque no es lo mismo trabajar desde casa unos días a la semana, que verse confinado en el hogar 15 días seguidos, sin que los hijos tengan sus rutinas escolares, los familiares dependientes puedan pasar la mañana en un centro de día o nosotros mismos podamos salir tranquilamente a dar una vuelta o hacer una visita al gimnasio. 

Tenemos por delante todo un reto —para el que no me cabe la menor duda estamos preparados— y que tiene dos componentes fundamentales: la tecnología y las gestión del equipo

La primera se traduce, en lo más básico, en que la persona que trabaja desde casa disponga, al menos, del equipamiento apropiado para hacerlo. En esto entran también las herramientas digitales con las que se gestiona el equipo, desde el software de gestión de proyectos que estás utilizando hasta dónde y cómo estás compartiendo tus archivos. Por ejemplo, hasta la fecha solo un 22% de las empresas españolas usan servicios en la nube (cloud). ¿Qué importancia ha de adquirir esta parte en nuestra estrategia de negocio si queremos explotar los beneficios del trabajo en remoto? En este sentido, cabe recordar que muchas de las principales empresas de telecomunicaciones y proveedores de servicios digitales están ampliando de manera gratuita sus paquetes de datos y ofreciendo acceso gratuito a sus herramientas de trabajo en remoto para ayudar a las empresas de cara a las semanas y los meses que se avecinan.

Son el CEO y los máximos responsables de la organización los primeros que han de estar disponibles y presentes de manera proactiva en los canales digitales

Sin embargo, de poco sirve la inversión en tecnología si olvidamos por completo la otra pieza clave: las personas. También nosotros estamos inmersos en ese proceso de ensayo-error y mi experiencia propia me está confirmando la importancia de cuidar al equipo, de que este se mantenga en comunicación constante, cohesionado y arropado. Y esa tarea ha de empezar desde arriba, siendo el CEO y los máximos responsables de la organización los primeros en estar disponibles y presentes de manera proactiva en estos canales digitales. Ya sea comenzando o cerrando el día con una conversación en que todo el equipo pueda verse las caras, y/o en conversaciones individuales, hay unos requisitos básicos que tienen que ver con estar accesible y abierto a abordar las diferentes situaciones que vayan surgiendo. Con honestidad, escuchando mucho, aportando lo necesario, y, ante todo, reconociendo el trabajo de quienes están al otro lado. 

Si queremos remar todos a una, esa función de liderazgo, inspiración y sostén es fundamental, y tiene mucho que ver con el trabajo desde el respeto y la confianza. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), solo solo un 13% de las empresas ofrece a sus empleados esta forma flexible de trabajo. Por su parte, el último estudio de Randstat Euromonitor confirma que casi el 69% de los españoles querría teletrabajar pero no puede hacerlo. El tiempo ha venido a darnos una lección. Si has elegido a cada uno de los miembros de tu equipo, es porque confías en su profesionalidad por lo que, donde estén o no ubicados, no debería ser un problema.  

Por supuesto, nadie ha dicho que sea fácil, pero no es imposible. La mayoría de las empresas, sobre todo aquellas que se están adentrando en este terreno por primera vez, habrán encontrado ya en estos primeros días situaciones que no habrían podido ni imaginar. Pero podemos hacerlo y, pasada esta primera gran prueba, sin esperar ir de cero a cien en dos semanas, podremos aprovechar lo aprendido para convertirlo en una realidad que funcione para bienestar de los trabajadores, y beneficio de las compañías y el conjunto de la sociedad. Son algunas de las luces que nos abre este futuro digital. #TechForGood 

José Luis Zimmermann, director general de Adigital