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La crisis del COVID-19: un nuevo Rubicón para las startups
26 mayo, 2020

Las startups están sufriendo el impacto de la triple crisis —sanitaria, económica y social— al igual que el resto de sectores y empresas. ¿El impacto es mayor, igual o menor? No sé si la pregunta está desenfocada, pero es muy probable que las posibles respuestas hayan cambiado en apenas dos meses.

Con independencia de cómo respondamos esa pregunta, lo cierto es que las startups tienen que hacer frente al COVID y al post-COVID tanto a titulo individual como a título colectivo. Lo primero es algo a lo que están acostumbradas, pues forma parte de su ADN. Lo segundo es más complejo, pero van a tener que aprenderlo a marchas forzadas.

En el plano individual, durante estas semanas, muchas startups están tomando decisiones drásticas para garantizar su supervivencia. A excepción de ciertos verticales como la alimentación o el entretenimiento, la mayoría están inmersas en procesos de ERTE, de reducción de ventas y en una paralización o incluso suspensión de sus rondas de financiación. La solución es bien clara: priorizar ingresos sobre otras consideraciones. Esto es lo que toca a corto plazo. Pero ¿qué pasará en el futuro? ¿Está en cuestión de alguna forma el modelo de crecimiento de las startups tal y como lo hemos conocido?

Es probable que la crisis no haga más que intensificar algunas tendencias que ya señalaban que era preciso reequilibrar algunas máximas del modelo de emprendimiento. Frente a un modelo de crecimiento que se explicaba en sí mismo, como un proceso permanente de retroalimentación de valoraciones y de nuevas inversiones de capital, es probable que vayamos a un modelo más enfocado a la rentabilidad, la productividad y la eficiencia. Es pronto para saberlo, pero muchas voces claman por ello.

En algunos sectores, los modelos de colaboración público-privada serán la norma, no la excepción

En el plano colectivo, las startups españolas deben afrontar una doble problemática. La primera hace referencia a las características de los mercados a los que dirigen sus servicios. La segunda, a la necesidad de unificar fuerzas para modificar el contexto legislativo y regulatorio.

En relación a la primera cuestión, vengo desarrollando la idea de que la implantación del “modelo californiano” de startups en un país europeo como España no ha tenido en cuenta una variable que se comporta casi como una constante en la ecuación: aquí los mercados no funcionan de manera tan competitiva como allí. Por decirlo claramente, los mercados europeos son algo más complejos que esa simplificación teórica de la ley de la oferta y la demanda, o si lo prefieren, están intervenidos o regulados en mayor o menor medida. Esto se va a intensificar después de esta crisis. No vamos hacia mercados menos regulados, al contrario. Según varios estudios y analistas, ya podemos prever que la actual intervención estatal en la economía, obligada por la crisis sanitaria y económica, tiene visos de que se va a mantener por un largo periodo de tiempo.

Las startups, al igual que la mayoría de las empresas que no lo hacían todavía, van a tener que comenzar a ocuparse de todo aquello que no tiene que ver con variables de mercado. Algunas ya lo habían hecho al toparse con esa realidad en el desarrollo de sus modelos de negocio. Hay una oportunidad en ver más allá de las lentes del compliance (cumplir la norma minimizando su impacto en el negocio) y utilizar herramientas de asuntos públicos para co-crear nuevos mercados, para reducir el time to market o para mejorar la regulación de algún vertical.

Necesitamos generar conocimiento de calidad sobre la realidad startup: cuánto empleo genera, de qué calidad, qué valor aporta

Para afrontar esos retos, van a tener que ocuparse de cosas que hasta ahora no han estado en su radar: necesitarán constituir Startups Unions, sobre todo cuando estén comenzando, para poder tener poder de negociación frente al sector público. Necesitarán articular estrategias de comunicación más allá del marketing de producto y hacer campañas de grassroots para ejercer su influencia; necesitarán construir relaciones de confianza con sus interlocutores del sector público y social, al tiempo que optimizan sus modelos de negocio a través de la generalización de los sandbox regulatorios, más allá de su uso en el vertical fintech. Se van a generalizar muchos modelos de colaboración público-privada. En algunos sectores como eHealth, educación o sostenibilidad, será la norma, no la excepción.

La segunda tarea que, necesariamente, debe ser más colectiva que individual es la de trabajar conjuntamente como ecosistema para modificar el entorno que rodea a la innovación y a las startups. Desde la Asociación Española de Startups seguimos trabajando para que haya un marco regulador más propicio para las startups en el medio y largo plazo y para que el gobierno apruebe un plan específico para ayudar al ecosistema en medio de la crisis como han hecho en Francia, Alemania, Reino Unido o Canadá. Lo hacemos de la mano de otras organizaciones, pero es necesario intensificar este esfuerzo.

Necesitamos generar conocimiento de calidad sobre la realidad startup (cuánto empleo genera, de qué calidad, qué valor aporta a la sociedad) pero no para contárnoslo otra vez a nosotros mismos en nuestros eventos, sino para trascender fuera del ecosistema. Si queremos que las startups tengan la regulación, así como la importancia y valoración económica y social que poseen en otros países a los que tenemos como referencia, debemos ser capaces de convencer no sólo a partidos y gobiernos, sino también al resto de sociedad de nuestra aportación a la misma.

 

Agustín Baeza, director de Asuntos Públicos de la Asociación Española de Startups